martes, 26 de enero de 2010

Y entonces...

... la colilla con su ceniza rodó por el tablero de Trivial y los dos jugadores quedaron en tablas, levantándose para abrazarse porque eran amigos.
Mirándose en el sofá se dieron cuenta de cuán absurdos eran todos aquellos juegos de preguntas para dos personas que se conocian tan bien y en los que habían perdido tanto tiempo.
Ahora que sus labios se movían diciendo cosas de verdad, todo el tiempo que tenían parecía poco, todos los caminos demasiado largos y demasiado cortos. Todas las explicaciones, normas y protocolos fueron sometidas a examen y todas las fiestas como al final de una fiesta de disfraces, cuando los invitados, al fin, se desnudan para meterse en la cama a descansar.

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