martes, 20 de julio de 2010

Una vida de perros

Hay un evento en Tuenti que advierte a las señoras que creen que no sabemos que entran al mar a orinar que lo sabemos. ¿Quién no lo hace? ¿Quién va a recorrer leguas de arena ardiente para orinar existiendo ese fresco mar que a cada ola interrumpe nuestro delicioso desahogo?Soy sarcástica, pero no miento. Luego salimos a la arena y olvidamos sobre ella colillas de cigarrillos, alguna chapa y papeles, papeles, papeles que parecen desaparecidos solo porque han sido cubiertos con un puñado de arena. Los humanos ensuciamos la playa, porque este planeta es nuestro y nos hemos otorgado el derecho a mancillarlo con nuestros desechos. Además nos hemos proclamado reyes de la creación y dueños absolutos de todo lo que esta contiene. Por eso se oyen voces de alarma cuando un perro pisa la playa. No pienso renunciar a mi perro cuando vaya a la playa. Es su planeta también. Váyanse a una playa privada y ni siquiera esa les pertenecerá. No quieren animales en la arena donde se tumban ¿no? No quieren animales en el mar donde se bañan ¿no? ¡Estúpidos! Ustedes orinan y defecan en el mar, arrojan a él residuos de todo tipo, y el mar se lame las heridas y se limpia mientras viene y va, viene y va. Mi perro se bañará en la orilla y yo recogeré sus excrementos de la arena, pero en la profundidad azul, en el mundo extraterrestre que el fondo del mar supone habrá animales que ustedes no conocen y cuya mierda, deseo sinceramente, termine en las gargantas de sus hijos cuando a ellos sí, porque son humanos, les remojen para que se sientan frescos. Ustedes no piden una playa con gaviotas, con escarabajos, con camaleones, cangrejos. Ustedes piden una piscina. Cómprense una y váyanse a tomar por culo, porque mi perro, señores, va a acompañarme a la playa siempre que yo lo considere oportuno.