miércoles, 16 de junio de 2010

Lo que vales.



Hablábamos unos cuantos, fumando a intervalos y alrededor de una litrona, sobre cierto matemático que había rechazado un nada despreciable premio en metálico a pesar de vivir en la indigencia. Decía uno:
- Anda que yo con un millón de euros no sería feliz... ¡Es que tienes la vida resuelta! Podrías vivir como un rey.
Y yo pensé en las fortunas de millones y millones caídas como por arte de magia en manos de unos pocos que, encima, tienen la poca vergüenza de sentir que no tienen suficiente y aún así ambicionan y envidian. Incluso sabiendo que hay tantos que viven con tan poco, otros que viven aprovechando las cáscaras que yo misma desecho.
Luego surgió una pregunta: ¿tendríamos alguno sexo oral con nuestro padre por un millón de euros? Supuestos que surgen. Alguno hubo que dijo que sí, que era mucho dinero, para mi solemne decepción. Otros mostramos nuestra repulsa, pero solo porque el acto en sí era repulsiva. Si cambiásemos padre por otra cosa... Pensé que éramos unos arrastrados, por un millón de euros asqueroso.
Entonces dijo un chaval:
- Tío, yo no lo haría el dinero no lo es todo.
A lo que otro le contestó:
- El dinero no lo es todo... ¡Primaveras! ¿Tú en qué mundo vives?

lunes, 14 de junio de 2010

Nos ahogamos en un vaso de agua...


... porque en determinados tipos de agua intentamos ahogar las penas.
Yo lo he intentado y no funciona, lo reconozco.
Reconozco, sin embargo, que no reconozco a esa chavala del espejo y el fondo de algunos vasos me devuelve una imagen familiar, hasta que las turbulencias de mis dedos distorsionan el reflejo que creía ver.
Reconozco que la mayor parte del tiempo sobran las personas que me rodean y bromeo para no parecer tan huraña aunque casi nadie entienda mis chistes.
Reconozco que no defiendo nada con mucho ahínco porque no siento apego real por casi nada.
Entonces, cuando íbamos todos en coche y alcanzamos la zona de nubes, a pesar de que durante días perseguimos el sol, me sentí aliviada porque empezó a llover. Pensé que era bueno, porque el agua suele limpiar las atmósferas, lo mismo que el alcohol suele escocer en las heridas.