viernes, 26 de febrero de 2010

¿Nunca has creído que estarías mejor...

... no sé, quizás muertx, inconsciente, anulado realmente y no solo en el tiempo y en el espacio? Pero por otra parte agradeces, no sabes bien porqué, sentir un aprecio instintivo, animal, por la vida concedida y la agradeces y piensas que no pasa nada que tampoco es tan grave, ke no pasa nada, que de tanto oír exagerar estás exagerando y no es verdad que vivamos dos días, porque, al fin y al cabo, mira la gente que en la tele dice que su vida empezó a los cuarenta, o a los cincuenta, o a los setenta y cinco años.
¿Es que las cosas no van a tener sentido nunca? ¿Cuándo voy a querer las cosas que tengo de la misma forma en que deseo aquellas de las que carezco? ¿De verdad todas las oportunidades que se me presentan en la vida son tan despreciables como yo las hago? Lo dudo. Lo dudamos todos.
La vida, según parece, es un dejarse fluir, porque no se puede ir hacia delante, ni hacia detrás y ni siquiera a los lados. La vida es la que es, la vida es la que tienes, la que estás haciendo y deberías estar contento de tenerla al menos. Pero entonces ¿qué coño son estos diques, estas presas, estos muros de palo, y por qué cualquiera se pone careta de nutria y ya no sabes quién es quién porque unos son lo mismo que otros? La culpa la tienen las ilusiones que te ponen las pilas para luego quedarse en el camino.
El césped siempre parece más verde en casa del vecino. Aunque sea el mismo albero en todos los jardines.
Los escaparates están llenos de los juguetes que atormentan las bocas de los niños.
La tristeza es tristeza en tanto estás triste, luego es amargura, luego sangre.
La felicidad es felicidad en tanto estás alegre, luego es recuerdo, luego meta, luego frustración, luego nada.

martes, 16 de febrero de 2010

Por dentro, más denso que la sangre,...


...más caliente que el fuego, más pesado que la roca;

por dentro, yo soy la que fluye, a empujones por tu cuerpo.

Yo soy el metal gimiente y grave que se mueve en ti

invadiéntose como el oxígeno.

Avanzo,

en cada abrazo, en cada inspiración.

Tu cuerpo me absorbe y se intoxica

y yo ya no sabría vivir sin ser gestada en tus entrañas.

Aunque estés empapado en mí y el vello de tu cuerpo se haga espinas

no me expulses, no me expulses.

Quiero hasta la última punzada, hasta el último picotazo en la carne

débil de mis antebrazos, de mi cuello, de mi vientre.

Más rápido, más fuerte más intenso, más animal.

Si te vas a marchar porque me tienes dentro

quiero clavarme en tu piel,

quiero clavarme tu piel antes;

porque yo soy el metal que llevas debajo

haciendo prisionera tu sangre,

bebiéndome tu sangre,

sustituyendo tu sangre.

Si te vas a marchar porque ya no me quieres dentro,

¿no soy yo quien te hizo duro?

¿no son mi fruto esas espinas?

Yo también fui una vez humana.