
...más caliente que el fuego, más pesado que la roca;
por dentro, yo soy la que fluye, a empujones por tu cuerpo.
Yo soy el metal gimiente y grave que se mueve en ti
invadiéntose como el oxígeno.
Avanzo,
en cada abrazo, en cada inspiración.
Tu cuerpo me absorbe y se intoxica
y yo ya no sabría vivir sin ser gestada en tus entrañas.
Aunque estés empapado en mí y el vello de tu cuerpo se haga espinas
no me expulses, no me expulses.
Quiero hasta la última punzada, hasta el último picotazo en la carne
débil de mis antebrazos, de mi cuello, de mi vientre.
Más rápido, más fuerte más intenso, más animal.
Si te vas a marchar porque me tienes dentro
quiero clavarme en tu piel,
quiero clavarme tu piel antes;
porque yo soy el metal que llevas debajo
haciendo prisionera tu sangre,
bebiéndome tu sangre,
sustituyendo tu sangre.
Si te vas a marchar porque ya no me quieres dentro,
¿no soy yo quien te hizo duro?
¿no son mi fruto esas espinas?
Yo también fui una vez humana.
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