jueves, 11 de noviembre de 2010

Pruebas.

La vuelvo a ver hermosa. Hacía tiempo que no me pasaba. A la vida quiero decir. Pero en unos minutos volveré al asfixiante torbellino de la ciudad y el tráfico no parará de golpearme, y lo olvidaré todo. Tendré la cabeza tan abollada que no creeré en la belleza por mucho que alguien me jure que existe, que la ha visto.
Me doy la vuelta y hago una fotografía justo antes de que se esconda el sol. 
El camino de retorno significa un caótico torrente de tinieblas cada vez más denso que me va borrando la memoria. "¿Qué era aquello que me sucedió el otro día para que todo pareciese tibio y claro en lugar de abigarrado y trágico?", me diré y si la casualidad se pone de mi parte, es posible que encuentre como por arte de magia aquella fotografía y pueda decir: "¡La belleza! ¡Eso era la belleza! Yo la vi. ¡Y tengo pruebas de que existe!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Mujer

estoy harta de ti. De que no te respetes, de que no nos respetes, de que no me respetes. De que te dejes pisar, de que te arrastres, de que respondas a los estereotipos, de que te conformes con lo que digan que debes ser. Estoy harta de que te dejes llevar por la corriente de costumbres, de que no te rebeles. No me gustas porque me haces daño, porque crees que todas somos iguales, porque crees en los tópicos. ¿Por qué sucumbes?
Y tú, el otro, el pene con patas, el imbécil maleducado. El progre que quiere poseerme porque todo hombre tiene a su mujer. El hombre fuerte y protector, el macho alfa, el patriarca. Yo no soy tu niña, ni tu muñeca, ni un cubo de esperma o un útero con patas. No soy tu madre, ni tu thermomix, ni tu lavadora. ¿Quién te crees que eres?

Yo nací hembra pero no permito que mi sexo me limite. No permito que me limitéis a través de mi sexo. No permito que se me trate como un objeto. Mi cuerpo me limita, no mi sexo. Mi experiencia me alienta o me traiciona, no mi sexo. Vosotros, los que os negáis a ver la realidad me infravalorais por ser mujer. Yo, por otra parte, me mantengo fuerte ante el adversario. Y para nada de eso recurro a mis hormonas.
No creo en la sociedad de las muñecas de porcelana y los soldados de plomo. No creo en la religión de vírgenes y poderosos sacerdotes. No creo en ti, lo siento mucho.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Subidonia

Entramos en  Subidonia, la ciudad de las artes y las ciencias, orgulloso lugar de nacimiento de la exageración, del refinamiento y el mal gusto a partes iguales. 
Se reserva el derecho de admisión.
Son obligatorios los estados alterados de conciencia, son recomendables las leyes y los altercados. Quedan completamente prohibidas la transigencia, el conformismo y la apatía.
 Se permite fumar en todos los espacios, pasear vestido y desnudo y trabajar embriagado, así como hacer fotos con flash y sin flash.  
Existen todo tipo de actividades lúdicas y de ocio a disposición de los visitantes, amén de una amplísima variedad de opciones para el descanso y la relajación.
Bienvenidos

martes, 20 de julio de 2010

Una vida de perros

Hay un evento en Tuenti que advierte a las señoras que creen que no sabemos que entran al mar a orinar que lo sabemos. ¿Quién no lo hace? ¿Quién va a recorrer leguas de arena ardiente para orinar existiendo ese fresco mar que a cada ola interrumpe nuestro delicioso desahogo?Soy sarcástica, pero no miento. Luego salimos a la arena y olvidamos sobre ella colillas de cigarrillos, alguna chapa y papeles, papeles, papeles que parecen desaparecidos solo porque han sido cubiertos con un puñado de arena. Los humanos ensuciamos la playa, porque este planeta es nuestro y nos hemos otorgado el derecho a mancillarlo con nuestros desechos. Además nos hemos proclamado reyes de la creación y dueños absolutos de todo lo que esta contiene. Por eso se oyen voces de alarma cuando un perro pisa la playa. No pienso renunciar a mi perro cuando vaya a la playa. Es su planeta también. Váyanse a una playa privada y ni siquiera esa les pertenecerá. No quieren animales en la arena donde se tumban ¿no? No quieren animales en el mar donde se bañan ¿no? ¡Estúpidos! Ustedes orinan y defecan en el mar, arrojan a él residuos de todo tipo, y el mar se lame las heridas y se limpia mientras viene y va, viene y va. Mi perro se bañará en la orilla y yo recogeré sus excrementos de la arena, pero en la profundidad azul, en el mundo extraterrestre que el fondo del mar supone habrá animales que ustedes no conocen y cuya mierda, deseo sinceramente, termine en las gargantas de sus hijos cuando a ellos sí, porque son humanos, les remojen para que se sientan frescos. Ustedes no piden una playa con gaviotas, con escarabajos, con camaleones, cangrejos. Ustedes piden una piscina. Cómprense una y váyanse a tomar por culo, porque mi perro, señores, va a acompañarme a la playa siempre que yo lo considere oportuno.




miércoles, 16 de junio de 2010

Lo que vales.



Hablábamos unos cuantos, fumando a intervalos y alrededor de una litrona, sobre cierto matemático que había rechazado un nada despreciable premio en metálico a pesar de vivir en la indigencia. Decía uno:
- Anda que yo con un millón de euros no sería feliz... ¡Es que tienes la vida resuelta! Podrías vivir como un rey.
Y yo pensé en las fortunas de millones y millones caídas como por arte de magia en manos de unos pocos que, encima, tienen la poca vergüenza de sentir que no tienen suficiente y aún así ambicionan y envidian. Incluso sabiendo que hay tantos que viven con tan poco, otros que viven aprovechando las cáscaras que yo misma desecho.
Luego surgió una pregunta: ¿tendríamos alguno sexo oral con nuestro padre por un millón de euros? Supuestos que surgen. Alguno hubo que dijo que sí, que era mucho dinero, para mi solemne decepción. Otros mostramos nuestra repulsa, pero solo porque el acto en sí era repulsiva. Si cambiásemos padre por otra cosa... Pensé que éramos unos arrastrados, por un millón de euros asqueroso.
Entonces dijo un chaval:
- Tío, yo no lo haría el dinero no lo es todo.
A lo que otro le contestó:
- El dinero no lo es todo... ¡Primaveras! ¿Tú en qué mundo vives?

lunes, 14 de junio de 2010

Nos ahogamos en un vaso de agua...


... porque en determinados tipos de agua intentamos ahogar las penas.
Yo lo he intentado y no funciona, lo reconozco.
Reconozco, sin embargo, que no reconozco a esa chavala del espejo y el fondo de algunos vasos me devuelve una imagen familiar, hasta que las turbulencias de mis dedos distorsionan el reflejo que creía ver.
Reconozco que la mayor parte del tiempo sobran las personas que me rodean y bromeo para no parecer tan huraña aunque casi nadie entienda mis chistes.
Reconozco que no defiendo nada con mucho ahínco porque no siento apego real por casi nada.
Entonces, cuando íbamos todos en coche y alcanzamos la zona de nubes, a pesar de que durante días perseguimos el sol, me sentí aliviada porque empezó a llover. Pensé que era bueno, porque el agua suele limpiar las atmósferas, lo mismo que el alcohol suele escocer en las heridas.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Un caramelo amargo




Hace más de media hora que he abierto el kiosco y me dispongo a pasar otras once horas y media, con dos horas de por medio para comer, en este cubículo de un paso de ancho y largo sin baño ni posibilidad de fumar - ni siquiera uno de esos cigarrillos de templar los nervios -, por veinte euros asquerosos al día, sin dar de alta y con la jefa llamando cada veinte minutos para preguntar qué tal van las ventas. Su sola presencia me pone furiosa y triste, porque su actitud de severa pero amantísima madre poco o nada casa con la usura que practica. Peseteraaaa... Como decía son más de las ocho y media de la mañana de un sábado y solo he vendido cuatro cigarrillos sueltos, lo cual, por cierto, es ilegal: dos a un hombre con un hueco oscuro donde en su momento hubo de tener los incisivos superiores y dos a una mujer con evidente disminución psíquica. Un euro de ventas. Además a esta hora un sábado no pasa un alma. He contado unos ocho - nueve con la señora de negro que acaba de pasar de largo caminando con dificultad - clientes potenciales, si es que se puede llamar así a cualquier transeúnte al alcance de mi vista, todos con más de sesenta años, excepto una mujer con el uniforme de los conductores de autobús, que caminaba como si llevase cierta prisa. Vaya, mirando la caja veo que es realmente imprescindible abrir los sábados a las ocho de la mañana. Me pregunto dónde estará ahora la gente. Supongo que donde estoy yo a las ocho y cuarenta y tres los días que no trabajo. Y es que hace ocho días que empecé a trabajar aquí - una jornada que ha sumado un total de ochenta y cuatro horas, aunque descansé el domingo pasado - y hace cuatro que sé que esto es una auténtica pérdida de tiempo. Por cierto, si descanso el domingo es porque a mi jefa le caigo bien, pero tengo la opción si quiero de trabajarlos también. Pero ¿quién coño va a querer? Hoy mismo cobraré los ciento cuarenta euros que honradamente he ganado, aunque no cuente las ocho horas de prácticas de mi primer día, ya que gentileza de mi jefa, fue un día para aprender dónde estaban las cosas de la tienda... Luego dimitiré. Tengo un vago plan sobre cómo lo haré, pero que no pienso volver el lunes lo tengo clarísimo. ¡Quiero vivir, joder! Quiero echar un polvo, no caer en la cama directamente en fase REM. Quiero ver la tele y actualizar mi blog, y ver la cara de mi novio, no recordarla. Y quiero salir a la calle a que me den el aire y el sol. ¡Que son doce horas, coño! Si duermes ocho te quedan cuatro para ducharte, comer, desayunar y cenar, cabecear media hora después del almuerzo y hacer vida de pareja. Estos días toda mi vida de pareja ha consistido en quejarme de lo mucho que odio mi trabajo mientras, tumbada en la cama, apoyo la cabeza sobre un hombro que no es el mío y la voz de la televisión se va haciendo cada vez más y más lejana. He trabajado una semana y me despido hoy, porque esto no es vivir ni trabajar. Es ser esclavo, con un horario sujeto a pequeñas modificaciones , avisadas con quizás una o dos horas de anterioridad en el mejor de los casos. Sobretodo me siento esclavizada después de saber, que esta bruja medieval que es mi jefa retribuye a su otra empleada quince euros por cinco horas. Yo cobro veinte por doce horas. Eso me hace sentir que la criada de la señorita Escarlata tenía mejores condiciones laborales que yo. Repito, porque creo que es importante: un mínimo de once horas, sin dar de alta en la seguridad social, obligatoriamente disponible para los cambios de horario o localización - ya que mi jefa o bwana tiene varios negocios - con mis vacaciones repartidas entre los domingos de todo el año, sin festivos, ni puentes ni asuntos propios. Mis expectativas en cuanto a un sueldo mejor solo se verán cumplidas cuando esta señora considere que he hecho crecer las ventas. Señora, ¡que no quiero diez euros más a la semana, que sigue siendo una mierda pa doce horas sin asegurar! ¡Que lo que quiero es vivir! ¡Ah! ¡Las ventas! Cuando trabajo en su panadería pongo tres y cuatro hornos al día y me llora porque se vende poco. Ayer lloraba porque yo fui enviada al kiosco y ella no había terminado de vender el segundo horno.
ESTHER 1 - USURERA 0
Pero si sigo midiendo nuestra relación en este sistema de puntos, he sido su esclava siete días luego:
ESTHER 1 - USURERA 7
Cobrando una mierda,
ESTHER 1 - USURERA 14
y desquiciada por su presencia
ESTHER 2 - USURERA 15
Sin embargo mi dimisión no prevista probablemente la obligará a cerrar uno de sus negocios hasta que encuentre otra mongola como yo.
ESTHER 3 (+1punto extra por satisfacción) - USURERA 15
Además, una vez me acerqué de espaldas a la mesita donde colocó la bolsa de su pan y apenas apoyándome en la madera me tiré uno de esos pedos que huelen a muerte y destrucción.
ESTHER 5 - USURERA 15.
Vale, puede que haya ganado, pero ya no importa. Son las nueve y veinte de la mañana y en menos de once horas expira mi visado de esclava. Y la victoria moral será mía, porque demostraré cuán fantástica soy controlando mis impulsos y no pegándole fuego al kiosco. Eso sí, me han molado unos pendientes. Me los llevo. Y hoy pienso poner un kilo en gomitas.