Mirándose en el sofá se dieron cuenta de cuán absurdos eran todos aquellos juegos de preguntas para dos personas que se conocian tan bien y en los que habían perdido tanto tiempo.
Ahora que sus labios se movían diciendo cosas de verdad, todo el tiempo que tenían parecía poco, todos los caminos demasiado largos y demasiado cortos. Todas las explicaciones, normas y protocolos fueron sometidas a examen y todas las fiestas como al final de una fiesta de disfraces, cuando los invitados, al fin, se desnudan para meterse en la cama a descansar.